20/04/2012

Décimo cumpleaños


Queridas botas:

Me cuesta una barbaridad encontrar las palabras adecuadas para comenzar a agradeceros semejante servicio y compañía. No penséis que os veo como una herramienta que se usa sin más, como podéis comprobar, hasta os dedico estas palabras a modo de homenaje. Cuando os conocí, antes de elegiros, tonteé durante un momento con otro modelo que en la tienda de Jualgo de Móstoles había. Incluso llegué a probarlas; espero sepáis perdonarme aquella inconsciente infidelidad en tiempos jóvenes fruto, sin duda, de no conocer todavía vuestras virtudes lo suficiente. Era el año 2002 y el precio en la caja todavía aparecía en pesetas, ya que el euro acababa de empezar aquel mismo año. Total 13.000 pesetas (78€).

Os compré con motivo del primer interrail por Europa, el viaje iniciático con el que me desvirgué en esto de viajar de manera aventurera. La primera vez que os puse en mis pies tuve la sensación de estar caminando con un trasatlántico en cada pierna. Qué sensación de solidez y fuerza, como si desde aquel momento pudiera ser libre para andar sobre cualquier parte. Después de aquel interrail vino otro, y más viajes y excursiones. Siempre, sin excepción, os he llevado a todas partes y puedo decir orgulloso que ha sido el único calzado que me ha acompañado en los viajes desde entonces hasta hoy día. Os llevé cada uno de los días de la vuelta al mundo, con la excepción de sólo unos pocos días de playa, caminado sobre la Gran Muralla China o haciendo cosquillas al mismo Everest. Me habéis acompañado también como calzado de diario durante varios años de universidad y sobrevivisteis a una prueba de fuego, el Camino de Santiago, que todo lo destroza, particularmente el calzado. No puedo dejar de sorprenderme ante vuestra soberbia manera de aguantar el paso del tiempo, pues estáis prácticamente como nuevas. Me habéis ayudado a cruzar ríos y desiertos, montañas nevadas y suelos rocosos. También habéis conocido las escaleras del metro y las baldosas de oficina. Perdonadme también por llevaros allí, porque ya sé que os gustan más otro tipo de terrenos.

Ahora, 10 años después, es vuestro cumpleaños, Jualgo ya ni existe, muchos lugares sólo quedan en las fotos pero vosotras os conserváis así de bien. ¿Acaso estáis fabricadas con material extraterrestre? Parece que conocierais el secreto del mismo bálsamo de Fierabrás. En una pieza metálica puedo leer “Goretex”, que parece ser buena cosa. Ni una grieta, ni un descosido o partes despegadas. Tan sólo os encuentro algún desgaste en la parte acolchada del interior y rozaduras en el talón a modo de recuerdo que dejaron aquellos pinchos metálicos cuando escalamos juntos el glaciar Franz Josef, en Nueva Zelanda. Incluso los cordones están intactos, cosa que me asombra, siendo aparentemente la parte más frágil de todas por sufrir grandes cargas y rozamiento en contacto con las hebillas metálicas. Ni un deshilachado siquiera. Habéis sido la mejor compra que he hecho nunca. Mi más grande admiración. Ya nos os puedo pedir más, pero sí desearía que estuviéramos juntos muchos años más y podamos ver otros amaneceres, subir nuevas montañas, viajar en tren y dejar huellas en todos los caminos de por ahí, que son las mismas huellas de las que se alimentan los recuerdos y son los mismos caminos que constituyen mi propia persona.

Aquí mi pequeño reconocimiento. Feliz cumpleaños.

Dachau. Arbeit macht frei.